Nomofobia: Cuando el Teléfono se Convierte en un Objeto de Goce
- Mauricio Jiménez, Psicólogo
- 24 feb
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 25 feb

En la era de la hiperconectividad, la nomofobia—el miedo irracional a estar sin el teléfono móvil—se ha convertido en una manifestación moderna de la angustia. Más que un simple hábito, esta dependencia revela dinámicas psíquicas que van más allá de lo tecnológico, inscribiéndose en el terreno del deseo, la compulsión y el lazo social.
Desde el psicoanálisis, podríamos preguntarnos: ¿qué función cumple el celular en la economía psíquica del sujeto? ¿Es solo un medio de comunicación o se ha convertido en un objeto de goce que regula la ansiedad?
El Móvil como Objeto Transicional y el Goce Tecnológico
Freud nos enseñó que el ser humano, frente a la angustia, desarrolla objetos de sostén, elementos que permiten regular el malestar y brindar una sensación de control. Para muchos, el teléfono móvil cumple esta función: su presencia calma la ansiedad, su uso continuo evita el vacío y su acceso a la virtualidad proporciona una ilusión de compañía constante.
En términos lacanianos, podríamos decir que el móvil ha tomado el lugar del objeto a, aquello que da consistencia al deseo y estructura la relación con el Otro. Su ausencia genera un vacío insoportable, un corte en el circuito de goce que dispara síntomas similares a los de una fobia clásica:
🔹 Nerviosismo y angustia al no poder usar el celular.
🔹 Pensamientos obsesivos sobre la batería, la señal o la pérdida del dispositivo.
🔹 Taquicardia y sensación de pánico cuando el móvil no está disponible.
🔹 Evitación de lugares sin señal o electricidad por el miedo a la desconexión.
Lo interesante aquí es que, a diferencia de otras fobias, en la nomofobia el objeto de temor no es algo externo (como un insecto o un espacio cerrado), sino la ausencia misma de un objeto mediador. La angustia no proviene del teléfono en sí, sino del vacío que deja cuando no está.
La Nomofobia y la Estructura de la Angustia
Lacan nos advierte que la angustia aparece cuando el sujeto se confronta con un deseo sin mediación simbólica. En este sentido, la nomofobia no es simplemente una adicción a la tecnología, sino un modo de evitar el contacto con la falta.
El celular se convierte en un objeto fetiche, algo que tapa la ausencia, que oculta la incomodidad del encuentro con el Otro en su dimensión real. La dependencia del móvil puede ser leída como un síntoma que protege de la angustia del vacío, pero que al mismo tiempo refuerza la alienación del sujeto en una presencia digital que no es verdaderamente un lazo.
El problema no es solo el uso del teléfono, sino el hecho de que ha sustituido la interacción corporal y simbólica por una conexión fragmentada, reducida a mensajes, emojis y notificaciones. En este sentido, más que una herramienta, el celular se convierte en un intermediario que distancia más de lo que acerca.
Salir del Goce Tecnológico: Recuperar el Encuentro Real
Si el celular funciona como un regulador de la angustia, reducir su uso no es solo una cuestión de “fuerza de voluntad”, sino un trabajo subjetivo que implica interrogar qué función cumple en nuestra vida.
💡 ¿Qué espacio ocupa el teléfono en mis relaciones?
💡 ¿Lo uso para evitar el silencio, la soledad o la incertidumbre?
💡 ¿Puedo soportar momentos de desconexión sin sentir ansiedad?
El primer paso no es eliminarlo de golpe, sino reconfigurar su uso, estableciendo límites y recuperando espacios de interacción real.
🔹 No usar el móvil durante las comidas o momentos de descanso.
🔹 Evitar revisar el teléfono en los primeros y últimos minutos del día.
🔹 Recuperar el hábito de conversaciones presenciales sin interrupciones digitales.
🔹 Exponerse a momentos de desconexión y observar qué angustias emergen.
El objetivo no es demonizar la tecnología, sino devolverle su lugar como herramienta y no como objeto de dependencia.
La Virtualidad No Sustituye la Vida Real
La hiperconectividad nos ha llevado a una paradoja: estamos más conectados que nunca, pero al mismo tiempo más distantes. La vida digital es solo una parte de la experiencia, pero cuando se convierte en el centro, nos priva de la riqueza del encuentro humano.
Si el teléfono se ha convertido en una extensión de ti mismo, es momento de preguntarte: ¿estás sosteniéndote en el móvil para evitar sostenerte en el deseo?
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